Manuel Arias, ingeniero aeronáutico de Becerreá, ha cumplido su sueño: trabajar en la Nasa junto a un equipo de prestigio mundial
CUANDO tan solo era un niño Manuel Arias Chao pasaba largas horas en el taller de su padre en Becerreá. Su infancia y adolescencia transcurrieron descubriendo los entresijos de las piezas, desmontando vehículos y empapándose de la sabiduría de su progenitor. Jamás pudo imaginar que allí empezaría a emerger su pasión por los motores, una pasión que le impulsó a formarse y que años después le ayudaría a hacer realidad su sueño: trabajar en la Nasa.
“Os avións e o espazo resultáronme moi interesantes desde cativo. Dentro do mundo aeronáutico vin claro que o que máis me interesaban eran os motores. Ter un pai mecánico e pasar os veráns no taller tiveron gran influencia”, explica el joven, que se formó como ingeniero aeronáutico en Madrid. Allí inició una formación que completó en Reino Unido con un máster especializado en la tecnología de las turbinas de gas.
Su constancia y dedicación le abrieron muchas puertas. “Dende o punto de vista laboral sempre tiven a sorte de traballar nas áreas técnicas que máis me interesaron e incluso puiden seguir estudando mentras traballaba”, indica. Pero las oportunidades se le multiplicaron en los últimos años desde su llegada a Suiza, donde se instaló para hacer un doctorado en sistemas de mantenimiento inteligente.
“Exercín como investigador na Universidade de Zurich e desde 2018 traballo como asistente científico na Escola Politécnica Federal de Zurich”. Precisamente la oportunidad de incorporarse a la Nasa surgió en este puesto. “Presentamos unha proposta de colaboración baseada na miña tese de doutorado para o centro de investigación Nasa Ames en California e foi ben recibida”, señala.
Así, a comienzos de febrero de pudo hacer realidad su sueño trabajando con un equipo que es un referente mundial en la detección y predicción de fallos en sistemas complejos. “Para un enxeñeiro aeronáutico coma min é un soño. As solucións técnicas do grupo no que estou pódense atopar en case todos os produtos da Nasa: satélites, estación espacial, instalación de lanzamento de foguetes…”.
El joven recalca que los comienzos fueron complicados. “Tiñamos planeado a entrada a mediados de xaneiro, pero o goberno de EE.UU. non permitiu a incorporación e o centro estivo pechado ata finais do mes. Neste tempo puiden coñecer ao equipo que fixo todo o posible para seguir co proxecto”, dice el joven, que estas primeras semanas está descubriendo las instalaciones y asistiendo a reuniones.
El periodo de colaboración de será de nueve meses y la huella de Arias quedará patente en la agencia estadounidense, pues su misión será crear un modelo matemático que permita detectar y predecir fallos en motores aeronáuticos. Su satisfacción es plena. “Silicon Valley é un sitio moi especial, hai un ecosistema vibrante con xente de todo o mundo que vén a intentar sacar as súas ideas para adiante”, relata Arias, que comparte espacio con empresas de renombre como Apple o Google. Pese al gran éxito, siempre queda hueco para la morriña: “Estou máis que adaptado, pero a familia, os amigos e a comida sempre se botan de menos”.