¿Galoparon las cebras por la escarpada orografía de Pedrafita? Durante siglos se creyó que sí. De hecho, Fray Sarmiento defendía que el topónimo está relacionado con este équido rayado

¿SE IMAGINAN manadas de cebras corriendo por la escarpada orografía de Pedrafita do Cebreiro? Sería curioso contemplar a este impresionante équido de piel rayada pastando en los nevados paisajes de la comarca. Pero ¿un animal de sangre cálida originario de la sabana africana sería capaz de sobrevivir a las gélidas temperaturas de la montaña lucense? Durante mucho tiempo se creyó que sí. De hecho, se decía que el topónimo de Pedrafita do Cebreiro, al igual que el de otras muchas localidades gallegas, se debía a que este animal galopó por estas tierras.

Uno de los acérrimos defensores de esta curiosa teoría fue el reconocido fraile benedictino Martín Sarmiento. En su obra Disertación sobre el animal zebra, publicada en el año 1752, se mostraba convencido de que en Galicia habitó este équido rayado en tiempos de la Edad Media. Según el fraile, este animal era muy apreciado por su piel, por ello se criaba y cazaba en tierras gallegas y en concreto en O Cebreiro. Sarmiento lo define como “el más hermoso de los cuadrúpedos”. Su descripción es inequívoca: “Se trata de un animal mayor que el ciervo, con orejas muy largas, que por encima de la espalda tiene unas rayas. Su carne es de mucho alimento y es tan veloz que resulta difícil de cazar. Pero tiene un problema, le gusta tanto el fuego que los hombres usan esta debilidad para cazarlo, pues se queda alelado contemplando las llamas”. Esa circunstancia llevaría a que con el paso de los siglos llegase a extinguirse en la península Ibérica, según razona el erudito benedictino, quien se muestra convencido, además, de que buena parte de la toponimia española guarda relación con este animal, hecho que demuestra su existencia.

Entonces, ¿verdaderamente las cebras pastaron en los montes de la montaña lucense? Lamentablemente no. El tiempo acabó por desmentir esta teoría, que tenía una parte lógica: para el fraile la cebra era el mismo ejemplar que el cebro, un místico équido bravo que sí que habitó en Galicia hasta el siglo XVI.

Ya el escritor Miguel de Cervantes hablaba en “El Quijote” de este peculiar animal denominado cebro (Equus ferus) que habitaba en los montes peninsulares.

ANIMAL MISTERIOSO. Algunos lo consideraban semejante a un asno bravo y otros creían que podía ser un antepasado salvaje de la familia de los caballos. A día de hoy sigue siendo un misterio cómo era la fisionomía o qué tipo de animal era realmente el cebro, pero su presencia fue tan habitual durante varios siglos que algunas teorías aseguran que las cebras africanas deben su nombre a este équido peninsular.

Algunos autores defienden que cuando los portugueses llegaron a finales del siglo XV a Cabo de Buena Esperanza, en el continente africano, encontraron ejemplares equinos rayados en color blanco y negro que les recordaron por su aspecto a los cebros y, por ello, pasaron a llamarles cebras, las que hoy en día conocemos.

Fuesen cebras o cebros, équidos rayados o de piel lisa, lo cierto es que esos hermosos animales ahora extintos galoparon por los montes de O Cebreiro durante siglos y pobablemente dieron nombre a esta localidad de la montaña lucense y a otras muchas de la geografía española.