Historia
La historia del topónimo y de la región a la que se refiere van muy ligadas a la geografía, a la ecología y la etnografía del entorno más o menos próximo al valle de Ancares; pero los límites últimos de esta región obedecen a razones administrativo-políticas.
En el Catastro de Ensenada, llevado a cabo desde 1749, las poblaciones de Candín, Pereda, Suertes, Espinareda de Ancares, Tejedo, Lumeras y Villasumil figuran como parte de la jurisdicción de realengo «Valle de Ancares», perteneciente al partido de Ponferrada. Según Pascual Madoz, el valle de Ancares formaba parte del partido judicial de Villafranca del Bierzo y comprendía las localidades de Candín, Pereda, Sorbeira, Villasumil, Suertes, Espinareda, Tejedo, Lumeras, Villarbón, Balouta y Suárbol. Sus habitantes se dedicaban al comercio de, entre otros, cera, aguardiente, pescados y sardinas por las ferias y mercados de la provincia. Producía ganado vacuno y lanar, además de legumbres, patatas, centeno y lino. La industria consistía en varios molinos harineros y varios telares de lana y lino.
Desde entonces y hasta la segunda mitad del siglo XX el nombre hizo referencia únicamente a la sierra y al valle de la vertiente leonesa, como atestiguan el río, el propio valle, y localidades del municipio de Candín como Tejedo, Pereda o Espinareda, todos ellos con el topónimo en sus nombres. Las razones de su ampliación a las zonas próximas, tanto en León como en Galicia y Asturias no son conocidas en detalle pero probablemente estén relacionadas con disposiciones oficiales que han afectado a la comarca.
En 1966 se creó en el término municipal lucense de Cervantes una reserva de caza con el nombre de «Reserva Nacional de Caza de Ancares (Lugo)». En 1971 la vertiente leonesa de la sierra de Ancares fue declarada «Paisaje Pintoresco». Posteriormente, en 1973 se creó la «Reserva Nacional de Caza de Los Ancares Leoneses (León Oviedo)» en los municipios de Candín, Valle de Finolledo, Vega de Espinareda, Villafranca del Bierzo, Fabero, Peranzanes e Ibias. Entre 1977 y 1980 se realizó el inventario abierto de «Espacios naturales de Protección Especial» llevado a cabo por el ICONA y la Dirección General de Urbanismo que adscribió 13 000 ha a los Ancares lucenses y 37 000 a los leoneses. Más tarde, de 1989 a 1997 entraron en vigor las leyes de caza autonómicas por lo que la de Los Ancares Leones se segregó en dos Reservas Regionales de Caza y la de Lugo pasó a denominares «Os Ancares».
Posteriormente, en 1991 se incluyó la sierra de Ancares en el Plan de Espacios Naturales Protegidos de Castilla y León y en 1992 se inició el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de la Sierra de Ancares que afectó a los municipios de Candín, Fabero, Páramo del Sil, Peranzanes y Vega de Espinareda, y que fue ampliado en el año 2000 a los municipios de Villablino y Palacios del Sil, incluyendo así el Lugar de Interés Comuniario «Sierra de Ancares-Alto Sil». En 2002 pasó a denominarse «Espacio Natural de la Sierra de Ancares (León)» y en 2006 apareció como «Espacio Natural de Sierra de Los Ancares» cambiándose en esta disposición oficial hasta el nombre de la propia Sierra.
En Galicia se menciona oficialmente la «Comarca dos Ancares» desde 1995, aunque al menos un año antes ya se hablaba de Os Ancares como la parte de esta región incluida en Lugo. En 2001 se inició el procedimiento de elaboración del Plan de Ordenación de Recursos Naturales del «Espacio Natural Protegido Ancares-Courel» incluyendo los municipios de Becerreá, Cervantes, Folgoso de Caurel, Incio, Navia de Suarna, Los Nogales, Piedrafita del Cebrero, Puebla del Brollón, Quiroga, Samos, Triacastela y Ribas de Sil.
Según el etnógrafo Joaquín Rodríguez Campos los habitantes gallegos de Cervantes y Navia de Suarna siempre llamaron ancareses a los habitantes del otro lado de la Sierra, en sinonimia de leonés de esa zona; a los asturianos de Ibias el nombre ancarés les resultaba totalmente extraño, llamando así tanto a gallegos como leoneses de la zona. Apunta también que el topónimo Ancares, aún siendo relativamente reciente para nombrar tanto sierra como región, ha sido de gran acierto y rápidamente se ha extendido, sobre todo a partir del momento en que la Administración destinó fondos para la comarca. Esta última afirmación es corroborada por el escritor Francisco Pérez Caramés quien hizo notar que el topónimo debía tener una atracción especial pues tras denominar así las reservas de caza el nombre se extendió a toda una región geográfica.