Los vecinos de la parroquia cervantina de Donís han puesto nombre a su discurso, el que tiene tantas palabras distintas para decir nieve o que, con picardía, le gusta añadir vocales o cambiar finales. Las mutias no están en el diccionario, pero esperan no perderse en la memoria
Solo es posible hablar idiomas. Siempre en plural. El mismo idioma también se comparte en tantos discursos como personas. Discursos que rebasan la norma, ajustándose más bien a la forma de los valles, pueblos, fronteras, comercios. Novoneyra, uno de los poetas que más pensó en esta “lengua-habla” en Galicia, se refirió a la “teoría de los cuatro abuelos integrando cada discurso familiar”. Tantos idiomas como personas, casas, ríos, vivos y dinámicos como las formas de los rígidos que se cruzan.
Los vecinos de Donís “hicieron” justicia a esta concepción del lenguaje al darle un nombre al suyo, el Donego. Advierten que esta no es una visión académica, que los rasgos que detectan pueden pertenecer a otros lugares, que solo querían darle nombre a lo que da tantos nombres.
Lo que no está en duda es que en pocos lugares del país nieva tanto como en Donís. Esa fuerte presencia de nieve también se mide por la cantidad de palabras con las que la miras. Isolina do Viso, una vecina de Piornedo, cuenta que en esos días de nieve invernal, cuando es poco, los niños juegan con pelotas, y para ir a cualquier parte hay que abrir “olgas” en la nieve, con las mismas botas o “alguien”. herramienta.
A veces hace tanto frío que nieva aunque no haya nubes. A este fenómeno se le llama “escarabajo”, que más que “nevar” al aire libre “es cuando solo caen pivisas. el barril de pólvora.
Otros días nieva tan poco que solo se puede hablar de una mariposa, con un sonido tan parecido al de la mariposa italiana, nuestra mariposa. Las palabras, aún suyas, vienen de lejos, y aquí aparece esa raíz indoeuropea “sfar-” para que soñamos que los copos vuelan con alas blancas, que como ellos son una rareza en el cielo invernal. “¿Nevó? Nada, solo un farfano”, pregunta Isolina y responde para posicionarnos.
Ya en el suelo, la nieve puede formar trolls -que es “ese pasto de agua y nieve que se hace cuando también llueve”, dice Isolina-, cejas -cuando el aire le da la forma a esa parte de la cara- o agujeros, como en ” vecino “Courel. En Donís, el rayo es “rayo”. A veces a los “relistros” les sigue una “turbulencia” de agua, un globo. Aunque otras veces se propaga o de noche parpadea, y las estrellas se asoman a ese cielo despejado.
DA POR “MUTIO”. Es cierto que los inviernos dan para el mutio. No como los meses del “vrau”, que pasan rápido, tanto que uno de ellos se dice con diminutivo, jull, del fraquiño que queda. Frebeiro también quiso cambiar el erre, quizás para parecerse a los frebes, aunque en Donís el nombre de la carne es el “xixo”, el mismo que se coloca en los bordes del pan, bien cortado y sin migas alrededor, a menos que queremos hacer un “chaflán” o un arrastre. Estabas comiendo y dejaste un lío …, ejemplifica Isolina.
Y así, con guijarros, pan y vino pudimos seguir hablando y hablando del ego. O con agua, esa palabra que sostiene Lucía de Chis en la fotografía. “Fíjate que es un nombre que decimos todos los días, pero solo aquí. Mi novio es de Doiras, pero allá ya no se dice así”, dice. “Espero que no se pierda”, añade.
Regresamos a Novoneyra. A lo que dijo a unos estudiantes que visitaron su tierra en 1994. “Ustedes son los representantes de una nueva forma de peregrinación que yo llamaría peregrinación a través de la Lengua, que significa ponerse en contacto con el Habla de cada lugar. Con la estandarización del gallego, muchos hablan como está escrito y eso es empobrecedor (…). Fíjate en cómo habla la gente. Verás esa riqueza de giros y tonos de voz significativos ”. Estemos atentos, entonces, a los pisos del burro del lado de Donís.
Un tesoro hecho de palabras
En la fotografía, Amelia do Roxo sostiene el ‘corolo’, la castaña cocida sin los dos parásitos. Se toma con “leche caliente”, que es leche recién ordeñada, sin hervir. Le sigue Lucía de Chis, con un poco de ‘agua’. Isolina de Viso enseña “nevariu”, una “tormenta de nieve”. A Lola do Ancho le gusta el “murciélago”.
Fuente : www.elprogreso.es